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NACIÓN CHARRÚA

XXIX CONSEJO DIRECTIVO DEL FONDO INDIGENA

La brevedad de nuestro paso por México no quita lo intenso de las actividades realizadas, y de los momentos vividos en ese hermosísimo país.

Llegué a México DF el sábado al mediodía, después de 8 horas de vuelo, el domingo aprovechando el día libre armamos con otros compañeros indígenas, un paseo a Teotihuacan, a una hora de viaje del centro de México. Están ahí las famosas pirámides del Sol y de la Luna, rodeadas de más de dos mil pirámides más pequeñas y muchos templos, abarcando un área muy extensa en el valle del Río San Juan, a esta ciudad se la llamó Teotihuacan, que en lengua náhuatl quiere decir: ciudad de los dioses, no se sabe ciertamente cual era su nombre original, pero sí en base a los estudios arqueológicos se ha determinado que es anterior a los olmecas y toltecas, por lo que aún se investiga las características de esta civilización, una de las más antiguas de mesoamérica. Los estudios arqueológicos determinan que la ciudad ocupó una superficie de veinte kilómetros cuadrados, mientras que el parque abierto hoy a los turistas es la décima parte de lo que fue la ciudad. Por una cuestión de tiempo disponible, hay hora de entrada y salida a este parque, no pudimos visitar todos los lugares, ni ver todos los detalles que hubiéramos querido, pero vimos lo principal. Subimos los 99 escalones de la pirámide del Sol, a pesar de la altura (2.650 m sobre el nivel del mar), y llegamos a la cima. Es indescriptible lo que se siente allí, al llegar a este lugar sagrado, una se siente pequeña, se agolpa la emoción y todo lo que se quiera expresar, se reduce a unas lágrimas rebeldes que caen aunque una quiera frenarlas, y a unas pobres imágenes fotográficas que muestran una partecita de lo que es la realidad. Aunque no se quiera se piensa: cómo lograron esa perfección arquitectónica, el trabajo, las vidas humanas, los años de construcción, y el motivo por el que se construyeron semejantes monumentos. Cuentan los lugareños que estas dos pirámides, las más imponentes, representan la creación del Sol y de la Luna, hay una bellísima leyenda que relata este hecho. Están construidas en piedra y asentadas en adobe. Fueron reconstruidas a comienzos del siglo XX y aún hoy siguen las excavaciones, para seguir descubriendo la ciudad.

Pero el motivo principal que nos llevó a México fue la realización del Consejo Directivo del Fondo Indígena. Para mí, una instancia diferente porque esta vez como presidenta en funciones me vi ante un protagonismo no esperado. La sesión inaugural del Consejo se realizó, al igual que el resto de las reuniones en la Cancillería de México, con la presencia del Canciller y los embajadores de los 19 países integrantes del Fondo Indígena, lamentablemente con la ausencia del embajador uruguayo Sr. José Ignacio Korseniak, a quien por supuesto cursamos la invitación de rigor, pero no estuvo. Me tocó hacer el discurso correspondiente después de las palabras del canciller de México y del presidente de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de México. Después de este acto protocolar, pasamos a las sesiones de trabajo del Consejo, donde los temas más relevantes fueron lógicamente el tema de la Presidencia del Fondo, donde se resolvió que siguiera ejerciendo interinamente hasta el mes de abril ante la inestabilidad política de Guatemala (a quien correspondería la presidencia), por la realización de las elecciones presidenciales en ese país. El otro tema importante, fue indudablemente, el de los nuevos desafíos y retos, a los que nos vemos comprometidos ante la aprobación en la ONU de la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas. Por supuesto este será uno de los temas que llevaremos a la Cumbre de Presidentes en Chile. Los Estados de los países de nuestro continente al votar la Declaración en la ONU asumen un compromiso moral con los pueblos indígenas, y es su responsabilidad implementar en sus sistemas legislativos leyes acordes a los enunciados de la misma.

En los pocos ratos libres que tuvimos, salimos a caminar por la ciudad, una de las más grandes de América latina, con sus veinte millones de habitantes, su modernidad, su Centro Histórico, sus museos, sus casas emblemáticas. Estuvimos en la esquina donde se reunieron a almorzar Emiliano Zapata y Pancho Villa. Visitamos el Templo Mayor de los aztecas, casi destruido por los españoles y paradójicamente por los arqueólogos que no comprendieron su arquitectura y también destruyeron gran parte en los trabajos de excavación. También fuimos a la monumental catedral que está enfrente, en la cual utilizaron para su construcción, gran parte de la piedra del templo, siguiendo esa conducta que se repitió en Cusco, en la Antigua, en Bolivia, de destruir los lugares sagrados de los pueblos indígenas y plantar ahí mismo una iglesia, en un avasallamiento religioso sin límites. Estuvimos en El Zócalo, la emblemática plaza del Centro Histórico con su enorme bandera flameando. Nos trajimos esa sensación de las calles de México, donde se dice que hay un 6% de población indígena, y donde en realidad se ve a casi todos iguales, como prueba de su origen étnico. En fin, sabemos que también existen los genocidios estadísticos, a ojos vista podríamos decir que un 70% de la población es indígena, sus rasgos lo dicen, sus costumbres lo muestran a cada momento. Vimos algo de su gente, de su muchísima gente, las calles llenas, el tráfico insoportable, el smog afectando las vías respiratorias, vimos la artesanía llena de colores y de pequeños detalles, cargadísima de simbolismo, en sus animales legendarios tallados en madera y pintados a mano, en su cerámica abundante y florida, en sus tejidos multicolores, en sus “calaveritas” vestidas de lujo, de pobres, de fiesta, de Día de los Muertos. Saboreamos sus tortillas de maíz, sus tacos, sus chiles, su tequila, su pan de muertos, su sopa de maní. Participamos en la ceremonia de los náhuatl, con ese sincretismo entre lo indígena y lo cristiano, recibimos sus pétalos de flores y sus cánticos de bienvenida, en una mezcla de lengua indígena y adoración a la virgen patrona del lugar.

México, un hermosísimo país, cargado de historia, de leyendas, de misterio, de artistas populares, de murales en sus calles, de mil músicos con mil instrumentos diferentes.


 


En Mexico junto a las pirámides

4 comentarios

GUYUNUSA -

estimado Daniel, un gusto esta comunicaciòn, nuestro grupo funciona en
Tacuarembò, si estàs en otro lugar del paìs te podemos ayudar a
contactarte con otros grupos en diferentes departamentos, que tambièn
forman parte del CONACHA, Consejo de la NAciòn Charrùa. Queedamos a tus
òrdenes y bienvenido a nuestra causa. Salud. Ana Marìa






com'




cha recien me entero que existia me emosiono mucho 1 abrazohermanos



ec=200711210120110709214337



en tu blog (en pruebas, puede tardar unos minutos en aparecer).





//uruguaycharrua.blogia.com/2007/112101-xxix-consejo-directivo-del-
fondo-indigena.php




de nuevos comentarios activado a este email: jilguero@adinet.com.uy



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Tacuarembó-Uruguay
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daniel saavedra -

disculpen me encantaria tener contacto con el grupo guyunusa co.na.cha recien me entero que existia me emosiono mucho 1 abrazohermanos

asei -

hola nesesito denunciar una venta de piedras indigenas en internet en mercado libre de uruguay son mas 500 piezas por un valor de 25.000 dolares me gustaria se tomara carta en el asunto desde ya muchas gracias

elpotrillo -

Esta bueno,pero tiene un grave error,el himno, los charruas fueronasesinados por los ruguayos,