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NACIÓN CHARRÚA

LOS INDÍGENAS, LOS INDIGENISTAS Y LOS CHARRÚAS ANTE EL DEBATE EDUCATIVO

Están comenzando las Asambleas barriales y zonales, para el debate educativo y por supuesto que desde nuestra posición, grupos indígenas, desde el Consejo de la Nación Charrúa, tenemos una postura tomada y sobre la misma hemos realizado algunos avances, pero es de vital importancia que sea el sentir de los ciudadanos y que el tema esté presente a la hora de los aportes que podamos hacer cada uno desde su barrio o comunidad y que finalmente quede plasmada como una reivindicación de todos.

FUNDAMENTACION DE NUESTRA PROPUESTA

Tomando en cuenta la labor realizada desde hace años, concurriendo a escuelas, liceos, realizando encuentros y exposiciones, manteniendo un vinculo ininterrumpido en todo este tiempo con docentes, inspectores, directores y alumnos de dichos centros, hemos constatado una gran carencia y en algunos casos una educación totalmente inexistente respecto a nuestra cultura originaria.

Comprobamos que se maneja muy poca información sobre los Indígenas que habitaron nuestro país, especialmente sobre los Charrúas. Habiendo éstos ocupado un papel relevante en las luchas por la independencia junto a nuestro prócer José Artigas, y con el cual compartieron un legado invalorable ético y moral, que los textos no mencionan. Se trata el tema artiguista aislado completamente de los indígenas como si hubieran vivido en épocas diferentes y no hubieran sido contemporáneos y complementarios sobre todo.

La mayoría de los ciudadanos solamente saben que vivían en esta región, conocen muy poco sobre sus costumbres, organización social, principios y valores. Existe una visión desde la escuela, enseñanza secundaria, y también desde la Universidad que la historia que importa empieza con la llegada de Españoles y Portugueses.


Lo que ocurrió los 12.000 años anteriores son simplemente una anécdota, parecería que nuestros pueblos originarios permanecieron inalterables en el tiempo, sin cambios como una foto estática.

Consideramos que nuestra formación histórica, no aporta nada al ciudadano uruguayo en este sentido, ni tampoco contribuye a sentir ese pasado como propio.

Hoy los uruguayos padecemos una “crisis de identidad”. Esto se debe fundamentalmente a que hubo una fractura intencionada de nuestra memoria.

A partir de este “quiebre” coexisten dos memorias: una integrada y sustentada por los actuales sistemas políticos, sociales, educativos y culturales que tutelan raíces europeas y que sostienen que son las únicas que como uruguayos nos corresponde poseer y una segunda memoria, escondida y hasta disfrazada que le corresponde a los considerados como “otros”, que es, nuestra memoria indígena.

La historia oficial nos ha construido un pasado que esconde radicalmente nuestras raíces amerindias, raíces que intentaron arrancar a la fuerza por medio de varias campañas de exterminio hacia nuestros pueblos originarios, pero no pudieron.

Existen todavía restos importantes de las concepciones antropológicas clásicas provenientes de Europa, que impregnan la historia de un racismo exacerbado. Sobrevive la idea que los pobladores de territorios no europeos, eran prácticamente infrahumanos que no construyeron cultura que no poseían moral ni ética. Considerados bárbaros y con un pensamiento salvaje.

Seguimos observando como todavía se habla de culturas; inferiores y superiores cuando en realidad fueron culturas diferentes, estamos influenciados por una cultura europeizada, con mentalidad anti indígena y encadenada en un ayer irreconocido.

“Salsipuedes”, la matanza, el etnocidio, fue perpetrado por el primer gobierno uruguayo de una forma pensada y calculada hasta el último detalle, por ejemplo el “pequeño detalle” , que tuvieron con los sobrevivientes, de separar a los hijos de las madres y a los hermanos entres sí, hizo que la lengua charrúa muera y la trasmisión de las costumbres y tradiciones también, produciendo un corte en la conservación de nuestra cultura originaria.

La lengua es la que transmite la Cosmovisión de los pueblos pues tiene impregnada en cada sonido, vocablo o expresión su modo de “ver el mundo”.

Tendremos entonces que “unir” la mal llamada prehistoria con la historia, hasta ahora separadas por no considerar la historia de nuestros pueblos originarios como parte de “nuestra historia”.


Aprender de quienes fuimos nos dará herramientas para entender quiénes somos y así poder trasmitir a las próximas generaciones una identidad "verdadera", sin excluídos. 

Hoy, los descendientes de esos pueblos originarios que poblaron este suelo – charrúas, minuanes, yaros , chanás y guaraníes entre otros – nos seguimos sintiendo indígenas, y reivindicamos los valores ancestrales que nos han sido trasmitidos de generación en generación, así como también reivindicamos el derecho a la “verdad”, derecho adquirido por todos los pueblos del mundo.

Queremos que se reconozca el Genocidio de Salsipuedes, perpetrado desde el propio Estado Uruguayo.

Cuando el Estado a través del sistema educativo oficializa los hechos, habilita el acceso a los conocimientos. La verdad oficializada da lugar a preguntas que van variando en los procesos de búsquedad por conocer la lógica de los hechos y el origen de los conflictos entre las culturas. 

Las verdades aportan a la construcción de la identidad, y una vez que éstas son propuestas en distintos ámbitos, obligan al debate.

Trabajar desde la escuela con los niños en pro de reconocer nuestra verdadera identidad posibilita en muchos casos la inclusión social de muchos de nuestros niños que tienen ancestros indígenas y que viven en general en el área rural o en barrios marginados de la capital.

Por otra parte, la revalorización de las culturas originarias desde el discurso y en los hechos desde los sistemas educativos, ayudará a la recuperación del orgullo y la autoestima en estos niños y jóvenes que están proclives a la alienación de culturas foráneas, impuestas desde los medios de comunicación.

Introducir en la enseñanza el tema indígena y revalorizar las distintas culturas originarias, promoverá a que las futuras generaciones recuperen valores que se están perdiendo y respeten la diversidad cultural en un marco pleno de tolerancia.

La sociedad post moderna que nos toca vivir, impone nuevos desafíos a la educación, que nos obligan a repensarla a partir de la realidad actual de nuestro país.

El descuido de lo nuestro, de la potencialidad nativa, ha permitido la proliferación de modelos extraños en nuestra sociedad ocasionando daños en diferentes áreas, ya sean productivas, artísticas, sociales, educativas, artesanales, de investigación, amenazando la existencia de nuestro pueblo como unidad.

El rescate cultural de nuestro pueblo originario es nuestro principal deber social, pues nuestros ancestros entregaron su vida defendiendo la independencia de estas tierras. Es una deuda histórica, que solo se puede reparar trasmitiendo a nuestros niños y jóvenes la información veraz de los hechos, con el más profundo respeto hacia una cultura que llevaba aquí muchos años y que no puede ni debe ser ocultada, despreciada ni prejuzgada.

La historia de nuestros pueblos originarios tiene 12.000 años de antigüedad, lo que representan 600 generaciones hasta nuestros días en contraposición con el período que va desde la conquista del Río de la Plata hasta ahora, que representan sólo 10 generaciones.

Todo pueblo que no cultive su propia identidad, que no trasmita sus tradiciones de padres y abuelos a hijos y nietos, tarde o temprano, es anexado, cultural y territorialmente por modelos e intereses foráneos, hecho que en parte ya nos sucede y de allí nuestra urgencia por desarrollarla en nuestros niños y jóvenes.

Está colaborando, tristemente lo reconocemos, en ese proceso de vaciamiento de identidad, un sistema educativo estático, sin estímulo a la crítica ni a la rebeldía activa ante lo impuesto y sobrevalorador de las culturas europeas, lo que también influye en la emigración de nuestros jóvenes formados en concepciones extranjeras y urbanistas hacia otros países, en un país que tiene su mayor potencial de riqueza en la tierra, en el campo, que actualmente se desangra ante la miseria y trae tantas aflicciones a las familias uruguayas que también emigran hacia los medios urbanos, por no encontrar allí, en su lugar, un modo de vida sustentable.

La identidad no es sustentable sin libertad, eso nos legó el pueblo charrúa, su amor a la tierra, a esta tierra, que preservaron y respetaron durante miles de años, recogiendo sabidurías sobre su manejo, de la flora, de la fauna, de los astros, de los alimentos, de las medicinas, de la sociedad. Sabidurías que aún hoy sobreviven en nuestra cultura popular, pero que día a día son amenazadas por las llamadas “altas culturas”, poniendo en riesgo nuestro verdadero patrimonio cultural.

El actual programa de educación primaria descalifica estas culturas originarias, es pobre y menospreciativo y sobre todo acotado, porque no da apertura a los nuevos investigadores y a los nuevos descubrimientos que día a día nos sorprenden respeto a nuestra cultura originaria y su riqueza.

Estos conocimientos nos llegan dispersos y fragmentados a través de publicaciones particulares nacionales y del extranjero.

Creemos que ya es el momento de que puedan ocupar el lugar que merecen y al cual tienen derecho y no sólo en el ámbito de Educación Primaria sino también en Secundaria, Formación Docente y Universidad. Lamentablemente en estos ámbitos aún perdura la dominación extranjera con un perfil racista de dos siglos atrás, cuando ocurrieron los genocidios en América.

La principal razón para incorporar estos “nuevos conocimientos” está basado en el derecho que todo niño y adolescente tiene a ser informado verazmente sobre la historia y cultura original de su tierra y porque el más elemental de los principios de un pueblo que pretenda ser respetado es conocer y respetar sus propios orígenes.

GRUPO INDÍGENA GUYUNUSA

TACUAREMBO

INTEGRANTE DE CO.NA.CHA.

CONSEJO DE LA NACION CHARRUA

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